Érase una vez una señorita que, de niña, dejaba a las vecinas con la boca abierta. Veía a su abuela hacer ganchillo y se aprendía los puntos a la primera. Su tía tenía un taller de costura y cuando la visitaba, manejaba las máquinas de coser que daba gloria verla. Su madre era restauradora en un museo. A veces le dejaba los pinceles y las pinturas, haciendo unos dibujos imposibles para su edad.
En resumen, tenía una habilidad increíble para todos los trabajos manuales.
Como la sociedad en la que creció solo le daba trabajo al que estudiaba finanzas y administración de empresas, siguió ese camino y empezó a trabajar en una oficina gris y dejó el asunto de las manualidades para su tiempo libre.
Pero sus amigas no dejaban de insistir en que se ganaría mejor la vida vendiendo sus creaciones, así que un día, al quedarse dormida, tuvo un sueño.
En el primer minuto, soñó que por fin se atrevía a reconocer que era buena trabajando con sus manos y que decidía sacarle partido económico.
El minuto dos, sus amigas le bombardeaban a frases como estas: “hazme un bolso para la boda de mi prima la semana que viene”, “arréglame este vestido que me queda fatal y tu seguro que me lo apañas por un módico precio”, “¿que me vas a cobrar el IVA por estoooo?….”.
En el minuto tres, nuestra señorita cerraba el kiosco y volvía a su oficina gris, aliviada por no tener que ocuparse de esos tormentos.
Fin del cuento.
Moraleja: este cuento no debió acabar así. A la protagonista le han faltado datos antes de despertarse. Vamos a hacerle un poco de terapia, y gratis.
Cuando tienes una afición evidente (no como yo, que al ser tan géminis me gusta de todo durante un tiempo, y gasto tiempo y dinero en empezar actividades y dejarlas aparcadas casi sin ton ni son), tu entorno te insta, casi inevitablemente, a convertir tu hobby en un negocio.
Normalmente, esta circunstancia ilusiona y agobia mucho a la vez.
Porque tú (aunque te dé cierto apuro aceptarlo en público) sabes que tu habilidad es más que aceptable y que seguramente alguien pagaría por lo que haces. Pero también intuyes que en cuanto el hobby se convierta en una obligación con plazos, precios, facturas… y en vez de amigas tengas clientas, entonces desecharás la idea porque no te quieres complicar.
Y esa idea que en tu cabeza molaba, cuando te visualizabas ganando un dinero extra que te iba a venir fenomenal, se esfuma al imaginar esos otros aspectos del posible negocio.
¿cuál es el error de este planteamiento? El error es asociar tu habilidad, tu conocimiento, tu “expertise” a un PRODUCTO FISICO. Un producto tangible, que hay que elaborar, con inicio y fin, hecho con materia prima, herramientas, que necesitan sitio para ser almacenadas, y sobre todo tiempo para elaborarlo. Con plazos. Con presión.
Vender este tipo de género es apostar por un negocio no escalable. Este es un término que encontrarás en los blogs de marketing on line que son ahora la guía para muchas artesanas en busca de ingresos extra, o de dejar su trabajo actual y dar portazo a su jefe.
Lo contrario, el producto escalable, es aquel para el que se invierte formación, tiempo, y dinero al principio de su vida pero después “vuela” solo. Se sigue vendiendo de forma on line mientras tú duermes, porque te lo compran desde todas las partes del mundo donde haya conexión a internet y tú no tienes que elaborar nada más una vez lo lanzas.
Pongamos unos ejemplos para entender qué es cada tipo de producto. Lo aplicaré al mundo DIY en general, aunque en este blog nos guste más la costura en particular. Así te quedas con un catálogo de ideas para aplicar a tu hobby la que más te convenga y llevarte un dinerito (o un salario) gracias a tus manitas y a tu espabilado cerebro:
Negocios no escalables.
1.- Venta de productos elaborados por ti
Es el caso más “artesano” de todos. Sabes hacer un producto, así que lo muestras en tu web, lo elaboras y lo vendes. Puedes haberte hecho un stock variado, o bien lo realizas por encargo (o ambos): prendas de vestir, complementos, objetos personalizados… Una buena idea es asociarte con otras artesanas, o con tiendas que te gusten, para que a ti te compren por ejemplo unas prendas y recomendar quién tiene zapatos o complementos bonitos que combinen, o viceversa.
Si estás empezando, montar una tienda on line puede resultarte engorroso tecnológicamente hablando (aunque cada vez es más fácil con herramientas como Woocomerce, Prestashop, Shopify, botones paypal…). Una opción más sencilla para empezar es poner tus productos a la venta en grandes portales de artesanía como Etsy, Artesos, Artesanio, Dawanda, Artesanum, Amazon Handmade, o alguna más alternativa como Society6. Se llaman “marketplaces de artesanía” en el lenguaje moderno. Se llevarán una comisión por tus ventas pero resulta cómodo que a ti sólo te lleguen las órdenes de pedidos por un lado y el dinerito por otro. No te escapas de tener que gestionar tu stock, el tiempo de elaboración del producto y la atención post-venta a tus clientes, pero sí te quitas dolores de cabeza tecnológicos y ganas presencia en portales de mucho renombre como los que te he comentado. Lo usual, en estos casos, es tener tu propio blog y en él un enlace a “tienda on line” que dirija a tus seguidoras a tu perfil de estas plataformas.
Como siempre, está la opción de formarte y hacerte una buena plataforma de venta por tu cuenta, o pagar a alguien para que lo haga por ti.
Ejemplos de venta de productos artesanos on line, por encargo, con plataforma de venta propia:
- Ropa para niños por encargo en teresaleticia.com. (ropa preciosa, que sienta como un guante a los niños, de buenísima calidad y unas chicas muy majas)
- Complementos personalizados en mgmayora.com (habla con María si necesitas un bolso de tela para regalar a tu madre, para hacer un regalo personalizado a la profe de los niños, o para hacer los regalitos de la comunión. Queda todo monísimo, y el servicio es excelente)
Ejemplos de tiendas en “marketplaces de artesanía»:
- La tienda de Mumishoes en Etsy: Te hace unas alpargatas personalizadas realmente chulas, desde La Coruña. No tiene web propia (de momento), así que toda la promoción que hace de sus productos en redes sociales, la enlaza a su tienda de Etsy.
- La tienda de Sahily en Society Six. Sahily es una dulce cubana afincada en España que aplica sus preciosas ilustraciones a útiles productos. Tiene su web propia, pero para vender los productos verás un botón de “shop” que enlaza a Societ6, es decir, su “puesto” en el mercado.
2.- Venta de servicios que requieren de tu presencia
Ejemplos que se me ocurren:
- Se te da bien enseñar y quieres dar cursos de costura (o de lo que sea) a domicilio o en establecimientos.
- Ofreces sesiones por skype (o similares) para resolver dudas de costura (o de lo que sea) por un precio/hora.
- Te ofreces como conferenciante porque eres una experta en el tema que sea y vas a empresas, a asociaciones, a colegios, a ayuntamientos… y cobras por ello, claro.
- Te has hecho una experta en el mundo on line y te ofreces a trabajar para hacerle la web a personas que no se les da bien la tecnología…
- Te haces «embajadora» de algún producto, maquinaria, o método que has conocido en un viaje que hiciste a no sé donde y te desplazas para hacer demos. Si esto te parece raro, mira la historia de Alfonsina, una ginecóloga que ahora acolcha mantas de patchwork gracias a la máquina de la que es embajadora y hace eventos presenciales para enseñar a las demás.
En estos casos es suficiente dar en tu blog un mail o teléfono o formulario de contacto y acordar de forma privada los detalles.
Negocios escalables.
Como os explicaba antes, en este tipo de negocios inviertes el esfuerzo al inicio del ciclo de vida del “producto” y luego sólo los vas actualizando si el producto lo requiere, periódicamente. Para venderlos puedes hacer igual que antes, o te montas tu propia tienda on line, o te haces con un puesto en un “mercadillo digital”. En estos casos, los botones paypal son fáciles de instalar y te sacan del apuro (ojo, paypal también cobra comisiones)
1.- Patrones en versión digital. Se te da bien el patronaje, y te salen los patrones como churros. ¿cómo le puedes sacar partido? Adornando con un buen envoltorio el patrón y vendiéndolos en su versión digital (es decir, no en papel). ¿A qué me refiero con lo del envoltorio? Pues que al patrón lo acompañes con un buen tutorial de cómo hacer la prenda, con fotos del modelo terminado, de variaciones del mismo, telas que le van… Que le añadas carisma, vaya. Haces los documentos en pdf (o grabas un vídeo de cómo se hace) y los envías en cada pedido por e-mail, o los cuelgas en plataformas de intercambio de documentos previa introducción de contraseñas, por ejemplo. Esto vende últimamente que da gusto. ¿Por qué? Porque las revistas de patrones del kiosco están fenomenal pero les falta ese algo, ese extra que tú le puedes dar (un buen tutorial, un buen vídeo, unas buenas fotos, sugerir telas…).
¡¡Un momento!!, ¿que no sabes cómo hacer patronaje digital? Haberlo dicho antes, querida lectora. Echa un vistazo al software Patroneo Key para que te formes y los elabores. He visto otro que se llama Valentina que es un software libre y gratuito, pero no lo he probado aún, no te puedo dar mi opinión.
Ejemplos de blogs que venden patrones digitales:
- Grainline Studio: Es la página de Jen Beeman, una americana que nos ofrece patrones de prendas sencillas. La página es de las que a mí me gustan: limpia, sencilla, con buenas fotos. Si quieres puedes leer una entrevista a su autora aquí, en la que habla del patronaje como un trabajo a extinguir. Así que ya sabes, tú puedes ayudar a que no sea así.
- Victory patterns: es una web canadiense que vende patrones de prendas un poco más elaboradas que la anterior. Web también «de las mías». Si trasteas por ella verás que también tiene a la venta un libro de patrones, muy interesante. Si te fijas, el libro lo tiene también en Amazon, así que ya tienes un ejemplo de cómo diversificar el negocio.
2.- Libros. Como te he contado muchas veces en este blog, hay millones de libros de costura en el mercado. Y en inglés, ni os cuento. ¿Eso quiere decir que es un ámbito saturado y no merece la pena entrar a competir? En absoluto. Hay muchos libros porque hay mucha “parroquia”. Y si encima das con un nicho que no esté muy explotado, triunfarás. Yo que sé, de un primer vistazo no veo tantos libros de “ropa para mascotas”, por decir algo. Echa un par de tardes a ver si encuentras algún filón. Pero ojo, si no hay NADA, o muy poco, quiere decir que NO INTERESA. Sería genial que dieras con la temática ideal que nadie desarrolló antes, a veces funciona (mira el éxito que tuvo el curso pasado esta peonza, habrase visto cosa más simple, barata, entretenida…y rentable!) pero es muy improbable, lo siento.
Te hablo de libros que físicamente se vendan en librerías, si, pero también de los que no tienen versión en papel y se autoeditan. Lo más cómodo, Amazon. Mira aquí para que te hagas una idea de lo fácil que es. Este tipo de libro no llama la atención por su diseño sino por su contenido. A cambio, el precio ha de ser más económico.
Para elaborar un libro que venda en librerías habrá que esforzarse mucho en su diseño. Para eso vas a necesitar colaborar con un fotógrafo, alguien que te lo edite, que te lo maquete… Puede sonar difícil pero no es imposible, si no mira cómo Sylvia cumplió su sueño al publicar su libro.
3.-Otras publicaciones. Me refiero a pequeñas guías, cuadernillos, fascículos… Esta idea es más aceptada en versión digital porque no requiere tanto “diseño”. Tal vez tus futuras clientas vayan a la Fnac y no se compren nunca un cuaderno de 30 páginas en blanco y negro sin una sola foto y con una portada simplona. Pero si por poco dinero lo tienen en versión digital como material de consulta, qué mas les da el diseño si lo único que querían era una guía básica con esquemas bien explicados de cómo tomar medidas a su perro para hacerles un abrigo (me lo invento). De nuevo, puedes venderlo en tu web, alojarlo en otras tipo “marketplace” o autoeditarlo en Amazon (por ejemplo).
Te pongo como ejemplo unas guías súper útiles que tienen a la venta en Patchwork Estudio que les llaman “cuadernos de patronaje”. En este caso se publican en papel, pero quiero que te quedes con la idea. Se trata de dar soluciones de experta en poco tiempo, poco espacio, con consejos que vayan “al grano” y saquen de apuros a las lectoras. Se me ocurre cosas así: guía para hacer cuellos y puños como una profesional, consejos para coser mejor las telas de punto sin desquiciarse, esquemas para elaborar un abrigo paso a paso… echa un vistazo al post donde te hablaba de Kokka para que veas cómo atrae a la gente el hecho de darles las cosas “mascadas”. La gente paga por no andar trasteando en internet perdiendo el tiempo viendo tutoriales malos. Haz uno muy bueno y cobra por él
4. Cursos y videocursos. Una variante de lo comentado como «otras publicaciones» como idea para vender en tu blog de costura (o de DIY en general) es estructurar tu conocimiento en modo curso. Bien en forma de documentos descargabas, o lo más habitual, en formato vídeo-curso. Una combinación de ambos es lo ideal. Se trata de grabarte a tí misma impartiendo el curso mientras realizas en cámara lo que quieres elaborar y acompañar cada módulo del curso con documentos descargabas como extras. Esta modalidad está muy extendida en el mundo de la enseñanza de técnicas de costura. Una vez más, si haces un buen trabajo, puedes cobrar por un buen material, dando valor a que las lectoras que hacen tu curso no pierden el tiempo rebuscando por internet vídeos gratuitos, sin estructurar, de mala calidad, en un idioma que no conocen…
Nuevamente el tema tecnológico puede ser un escollo. Si quieres y puedes, alojarías tu curso en un plataforma propia de formación on line, pero es mucho más fácil alojar los vídeos con contraseña en portales como vimeo (por ejemplo). Otra solución que a mí me encanta es aprovechar la experiencia y el tirón de los portales de vídeocursos, que hay muchas, a los que sólo tienes que enviar los vídeos y ellos se encargan de todo lo demás (promoción, por ejemplo). Ojo, se llevan comisión, claro. Yo conozco bien y me gustan Udemy y Skillshare. Os aseguro que la gente cobra por enseñar a hacer cosas inverosímiles. Algunas tan sencillas que te preguntas ¿pero quién va a pagar por esto? Pues pagan.
Una tendencia que estoy viendo en este tipo de cursos es el ofrecer como «extras» o «bonus» entrevistas con personas de autoridad de la profesión. Una profesora de patchwork muy buena, una diseñadora de tu ciudad…. Me contaron que en un vídeo de una chica que impartía en Udemy un curso de cocina le pidió a su marido que hiciera una parte de la receta porque le salía mucho mejor que a ella, pero lo tuvo que quitar cuando se divorciaron. Así que ¿por qué no pedirle a tu abuela que enseñe al mundo por ti lo bien que le salen a ella los bordados en un capítulo del curso que vendes en tu blog de costura?
Así que adelante, piensa qué tienes en tu cabeza para enseñar a las demás, y conviértelo en ingresos.
Mucho ánimo!